...Y allí estaban, sentados en aquella ventana, separados por
caminos llenos de desolación, tratando de ahogar en vino, las penas y el dolor.
Como si el punto de encuentro fuera Roma y los sueños los pudieran salvar las
memorias, cuando se es preso de la clandestinidad del adiós. Pasan las horas,
pasan los días, ocupas un mensajero para enviar rosas, pero el tiempo sigue
siendo relativo, mientras me mantenga vivo.
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