domingo, 3 de noviembre de 2013

Cero veintidós.

Recuerde que la tibieza de mi cuerpo lo aguarda desde que el inocente niño abandono mi cama. No olvide que el olor a café a las dos de la mañana solamente busca su provocación para aparecer bajo mis sabanas. Memore la inmortalidad de mi mirada al momento de chocar con alguna soledad disfrazada de dama y evoque la sutil nostalgia cuando confunda algún paupérrimo amor entre vientos de añoranza. Porque yo seguramente, en algún lugar del subconsciente estaré evocándole anónimamente.