martes, 14 de febrero de 2012

Dictamen 389

Lo buscaba la policía y yo lo desconocía.
Me enamoré del ladrón que compraba poemas a escritores de espacios vacíos y de sueños fallidos. La ley jugaba en nuestra contra, doce homicidios él había cometido. Doce muertes, cargadas por un asesino maldito. La constitución dictaba una despedida culposa, escondida tras cientos de noches de romance consumido, que terminarían, en un adiós repentino. Las rosas blancas de la libertad, se marchitaban sin vuelta atrás. La predestinación del universo, conspirando contra mis únicos versos. Y al llegar ante su ultimo juicio, cometido su ultimo delito, el robo de un beso fortuito....